viernes, 20 de mayo de 2011

EL ETERNO APRENDIZ - Carlos Ayón Calderón, M:.M:.

“El Eterno Aprendiz”
Mi padre estaba convencido que deberíamos aprovechar el tiempo de las vacaciones escolares y que, aprender un oficio nos podría ser muy útil en nuestras vidas futuras y tal vez valernos para nuestros propios emprendimientos. A mi hermano mellizo Germán lo puso a ordenes de un tornero metal mecánico y a mí de un carpintero tonelero ambos de renombre y prestigio en mi pueblo natal; a cada uno de ellos les pagaba S/. 15.00 (Quince Soles de oro, moneda que circulaba por aquellos tiempos) cada mes, lo que cubría la enseñanza y los posibles daños que pudiéramos ocasionar durante el aprendizaje. Debo reconocer que por ser de caracteres fuertes, lo que nuestro padre nos daba con amor y sacrificio, era tomado por nosotros como un castigo. Debo anotar que en mi pueblo había luz eléctrica sólo durante las noches; las herramientas eléctricas no se conocían; el aprendizaje en esas condiciones era muy duro y el maestro era bastante rudo y de pocas palabras. Durante dos meses lo único que aprendí fue a barrer el taller, limpiar y engrasar las herramientas, hacer girar el torno y ordenar las cosas al fin del día; pasado este tiempo el maestro fijó una larga y ancha madera en el tornillo del banco de trabajo y trazó con el gramil, una línea a dos centímetros del borde y antes de salir a la calle me entregó un cepillo grande y me dio la instrucción: Carlos, debes cepillar hasta esta raya.
En ausencia del maestro empecé la tarea encomendada; me sentí muy emocionado cuando del cepillo vi brotar la primera ondulada viruta, esta emoción se acrecentaba al ver como salían una tras otra las virutas que, no tuve en consideración la orden del maestro y para cuando volvió, me encontró todavía cepillando entusiasmado cuando ya me había excedido en más de cinco centímetros y malogrado una tabla que estaba pensada para una cara lateral de un ataúd; esa fue mi primera y la última enseñanza práctica que tuve como aprendiz de carpintero, pues en el acto el maestro me llevó a mi padre y me despidió, además de cobrarle el valor de la tabla.
Esta narración es el fundamento del presente Traz:. Arq:. para sacar de ella varias enseñanzas: la primera, la visión saludable de un arte u oficio con sus beneficios y utilidades posteriores; la segunda, la potencialidad del Aprendiz para ser un artesano calificado; la tercera, el maestro idóneo con la capacidad de trasmitir la enseñanza de su arte pedagógicamente.
En el presente caso obviaremos la primera enseñanza y pasaremos directamente a la segunda en la que deberemos ser justos y honestos con nosotros mismos; en mi aprendizaje fui impaciente con el sistema de enseñanza por lo que desconocí las instrucciones del maestro lo que, motivó el daño causado; la consiguiente y razonable despedida que truncó tal vez la ilusión y confianza depositadas en ese intento de mi padre y la frustración de un maestro de no poder cumplir con la misión encomendada.
En la tercera enseñanza debí entender que el maestro posiblemente aprendió de la misma manera que el intentaba trasmitir su arte, el tiempo era medido para madurar y fortalecer la confianza del aprendiz, para internalizarle el conocimiento adquirido que, finalmente se convertía en la dura prueba que debía superar y dar por resultado a un artesano superior. Tanto el maestro como el aprendiz fallamos en el “eterno aprendizaje”; el maestro debió aprender del aprendiz y el aprendiz del maestro.
Muchas veces hemos escuchado a algún R:.H:. decir “Soy un eterno aprendiz” y no dudamos que así sea, cuando lo dice como muestra de humildad y sencillez; no pasa lo mismo con el hermano Aprendiz para quien serlo es motivo de justo orgullo.
Un R:.H:. “es un eterno Aprendiz” sin ninguna distinción con el H:. Aprendiz recién Inic:., pues el rango alcanzado no ha sido sino el reconocimiento por los servicios prestados a la Logia integrando su Cuadro de DD:. y OO:. y en las Comisiones en las que le ha correspondido desempeñarse, recibiendo como única y justa compensación la satisfacción del deber cumplido .
Le corresponde al R:.H:. “eterno aprendiz” persistir sin desmayo en el trabajo de pulir su piedra bruta, con el mismo entusiasmo, energía y alegría mostrados cuando le fueron entregadas las nobles herramientas de un Aprendiz Masón: la V:. de 24 pul:., el M:. y el C:. en la Cer:. de su Inic:., deberá demostrar que a pesar de los años le anima un espíritu joven capaz de igualar el trabajo que se espera de un aprendiz y que su piedra es lo suficientemente fuerte para resistir los golpes con que la prueba el destino, con la esperanza de ser elegida en la construcción del Templo Espiritual.
Al Aprendiz le acompañará siempre la Fraternidad, en las personas de sus hermanos mayores para guiarlo, para enseñarle el uso de las herramientas y ayudarlo en las horas difíciles; no para hacer fácil su trabajo sino, como el auxilio oportuno y necesario para superar las dificultades; está vestido con el blanco Mandil, la condecoración más antigua y más honrosa de todas las condecoraciones creada por los hombres, siendo emblema de inocencia y vínculo de amistad que no deberá deshonrar jamás.
Ambos, Maestro y Aprendiz, han pasado por el Cuarto de Reflexiones, la Cer:. de Inic:. y han prestado la solemne Obligación de Aprendiz Masón; un juramento de fidelidad, hecho ante el Altar, en presencia del G:.A:.D:.U:. y el testimonio de sus hermanos, los compromete por el resto de sus vidas en la búsqueda del conocimiento y la perfección espiritual.
Cuando ingresamos a la Logia lo hacemos cargados de nuestros dormidos recuerdos, nuestras personales impresiones, nuestros sentimientos envueltos del amor fraternal con el que somos recibidos, todo esto tiene la virtud de transformarnos para ser por siempre los “eternos aprendices” que añoramos ser; al final de la jornada, al dar por finalizados los trabajos, el V:.M:. nos hace escuchar la misma exhortación a todos por igual, empezando por los aprendices hasta los Past VV:.MM:.: ”ahora váis a dejar este retiro consagrado a la amistad y la virtud y mezclaros otra vez con el mundo, …. Y no olvidéis lo que tantas veces se os ha recomendado en esta Logia: sed prudentes, diligentes, moderados y discretos, ………”.
En la Cadena Fraternal, como colofón el V:.M:. y los VVig:. nos recuerdan que somos los “eternos aprendices” que nos reunimos sobre el N:. y nos despedimos sobre la E:..
¡Así Sea!
Carlos Ayón Calderón, M:.M:.
Past V:.M:. de la A:. B:. y R:.L:.S:. “Fraternidad Universal” No 58

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